Un pincho de Madrid

De la exitosa e inexistente serie “Hay pinchos contingentes y otros necesarios” hoy presentamos el pincho de bacalao de Casa Labra, aquí en Madrid. Aunque algunos ya me habréis conocido por la voz, mi nombre es Charlesco Petrovic Domenech alias “el Buti”. De buen comer, mejor beber y ciento volando. Por no decir que soy amigo de mis amigos (de quién coño si no), que no hay rival pequeño y lo importante es la salud.

Hoy vamos a acercarnos a Casa Labra, un bar más que centenario (1860) que dicen que está en la calle Tetuán 12 de Madrid pero cuya dirección real es «al lado de la puerta de El corte inglés de Sol». Este rincón del centro-centro es parada obligatoria si estas por esa zona, y su pincho de bacalao un rito ancestral cargado de reminiscencia. Normalmente todo empieza saliendo de la boca de metro y aterrizando en la atestada puerta del Sol, que es lo más parecido a que una ciudad te salude personalmente. Te dirá bienvenido, cuánto tiempo, estabas tardando o qué pasa, amoldándose a tu asiduidad. El resto lo llevan contando las crónicas desde hace siglos, estás en Madrid, aquí nadie te va a preguntar de dónde eres. En Madrid podrás compartir lugar con el barquillero, la señora enpielada, el inmigrante, el pijazo que suda gomina, pero también en el mismo espacio-tiempo estará por allí el okupa, el hípster, cada vez más frikis, Priscilla y por supuesto las peras y manzanas habituales. También entrar en un bar a según qué horas en Lavapiés o Tirso es encontrarse con una canción de Sabina viviente con gente bebiendo lo mismo para acostarse o para levantarse. Ir por Sol o por Mayor es prepararse para lo mejor y también para que te peguen un sablazo por una cacatúa. Aterrizar en Chueca y pensar que estás en otro planeta. Estar en Madrid es sospechar que te lo vas a pasar bien.

 

Pero vamos al lío, justo al entrar en la calle Preciados por la puerta del sol, y antes de llegar a la puerta principal del mencionado gran almacén, nos encontraremos con una callecita a la izquierda, el bar no tiene perdida, está donde acaba la cola. Y sí, esa fila de personal esperando es parte del ritual. Momento que muchos aprovechan para llamar a su madre, a su padre, a su hermano, a un amigo o, incluso, a alguien querido y decir las palabras mágicas «no sabes dónde estoy…». Y ese es el preciso momento en el que los recuerdos se te agolpan. “A mí mi madre me traía aquí siempre de pequeño”. “Yo me tomé mi primera cerveza aquí con mi padre”. “Yo empecé las noches más legendarias tomando la primera aquí”. “Yo siempre que vienen guiris a verme les traigo aquí”. Durante la espera seguramente repares en una placa que reza que en esta casa se fundó el Partido Socialista Obrero Español en el año de Mari Castaña para defender a los trabajadores desprovistos de derechos por aquel entonces, ¡Qué risa todo! ¿No?

 

Sin darte casi cuenta estás en el mostrador de los pinchos. Atún en escabeche con tomate fresco, croqueta de bacalao, estos primeros pa’ adornar, no nos engañemos, y por fin la tajada de bacalao rebozado. Servido en plato con un palillo y un golpe de muñeca que haría palidecer al mismísimo Roger Federer, fijaros como ponen las tajadas en el plato, en serio, me encantan estas tontás. Inmediatamente te asaltan los camareros para que pidas la bebida en la barra. Y ahí estás con tu pincho y tu caña de cerveza o vermú de grifo. Me gusta ir con gente pero la verdad es que lo disfruto más cuando voy solo. Atacamos el pincho, unos hacen el rito quemándose la lengua y otros esperamos. Pero no se me distraigan que viene el clímax, el primer bocado, crujiente, caliente, aceitado, suave, algo salado… y ya has llegado al sitio donde querías estar, la mente es así. El resto de la tajada la devorarás dependiendo de tu resistencia al calor o del tiempo que llevaba la tajada en la barra, pero ningún bocado ya será igual y pedirse más de una tajada es vicio. Aunque hay gente para todo. Para apurar la caña de cerveza la puedes empujar con una croqueta de bacalao, lo dejo a tu elección, correcta, nada más. Pero señores esto no va de comer, va de sentir.

 

Labra

Foto: Tajada de Bacalao (1,30€) y croqueta de bacalao (0,80€).

 

Charlesco Petrovic Domenech alias «El Buti»

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